Ahora que desde las arcas públicas del Estado se están soltando ayudas a diestro y siniestro que recaen en ¡oh! los mismos causantes de esta crisis, va y llegan los de Ciencia e Innovación -sí, parece que hay un ministerio de estas materias- y anuncian que, a causa de la coyuntura económica actual, hay que reducir las ayudas en programas de investigación y desarrollo (I+D).
Yo no tengo conocimiento en Economía -no soy como un buen amigo mío que hace unos meses le dió un repaso brutal en materia económica a cierto diputado por Navarra- pero creo que, en estos tiempos, hay destinar ayudas que hagan que las empresas afronten estos duros tiempos, pero no con inyecciones de capital sino con ayudas para que éstas investiguen y desarrollen nuevos productos y servicios que mejoren nuestra calidad de vida. Lo que no es otra cosa que el fundamento del I+D.
Porque, si damos ayudas directas a las empresas, esto resulta ser como decía Lao Tse, si das pescado a un hombre hambriento, lo alimentarás por un día, si le enseñas a pescar, lo alimentarás toda su vida. Así que, señores, más ayudas en I+D+i si queremos ser una potencia mundial. Y, además, ¿no estábamos en el economía del libre mercado? Entonces, menos ayudas a los que un día se enriquecieron y no compartieron con nadie sus beneficios y ahora, que están arruinados, son los principales destinatarios del dinero público. Porque ya estoy hasta ahí de tener que pagar las crisis de toda esta panda de sinvergüenzas...
Yo elijo, yo decido. Y marco la X de I+D+i.
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